COLABORADOR INVITADO / Aurelio Nuño
(03-02-2016).- Si bien cada comunidad y cada plantel son distintos, recorriendo las escuelas del país, he encontrado que comparten rasgos comunes. Una de las claves para el buen funcionamiento de cualquier plantel es una activa y responsable participación social. No obstante, históricamente la SEP ha sido reticente a que los padres de familia se involucren activamente en las escuelas. En ese sentido, la reforma educativa y el plan «La Escuela Al Centro» representan un parteaguas pues reconocen, en el artículo 10° de la Ley General de Educación, a los padres de familia como agentes del sistema educativo.
El día de hoy, celebramos una reunión del Consejo Nacional de Participación Social en la Educación (CONAPASE), un espacio de deliberación que congrega autoridades educativas, padres de familia y representantes de la sociedad civil, para hacer un llamado a que éstos se involucren de manera más activa, organizada y corresponsable. El CONAPASE encabeza los Consejos Escolares de Participación Social (CEPS) que promueven y encauzan la participación de la sociedad en cada plantel. A la fecha se han instalado más de 178 mil CEPS y seguiremos ampliando esa red de órganos colegiados que realizan una labor crucial.
En primer lugar, los CEPS tienen un importante papel en la gestión escolar: participan en la toma de decisiones y cumplen una función de contraloría social. A través de los consejos, los padres de familia tienen incidencia en cómo se usan los recursos que reciben los planteles a través de programas como el de la Reforma Educativa o el de Escuelas de Tiempo Completo, así sea para arreglar un vidrio roto, cambiar un foco o adquirir materiales educativos.
Una vez tomada una determinación, los padres contribuyen a la transparencia y a la rendición de cuentas exigiendo que los recursos se ejerzan en tiempo y forma. Esto es particularmente relevante en la implementación del Programa Escuelas al CIEN, que nos está permitiendo invertir cerca de 50 mil millones de pesos para rehabilitar alrededor de 33 mil escuelas en todo el país.
La experiencia de los programas de la Reforma Educativa y de Escuelas de Tiempo Completo nos ha enseñado que dotar a las escuelas con presupuestos propios detona dinámicas muy positivas de participación social, organización comunitaria y autonomía de gestión, además de los beneficios tangibles para los planteles en términos de mantenimiento. Por ello, en el próximo ciclo, el número de escuelas que reciben recursos propios a través de estos dos programas pasará de 50 mil a 75 mil.
Además, estos presupuestos reducen la necesidad de solicitar contribuciones a padres de familia. La Constitución es clara en cuanto a la gratuidad de la educación y por ello hemos sancionado la práctica de condicionar servicios al pago de cuotas en donde la hemos detectado. No obstante, la educación es responsabilidad de todos y las contribuciones voluntarias de la comunidad -ya sean en efectivo, en especie o en forma de mano de obra- son clave para mejorar el funcionamiento de las escuelas y la educación.
En segundo lugar, los CEPS tienen un papel importante que jugar como complemento a los Consejos Técnicos Escolares. Si bien compete a éstos, es decir al director y a los maestros de cada escuela, realizar la planeación académica y diseñar la ruta de mejora, existe espacio para que los padres de familia apoyen en el seguimiento de la misma para garantizar su cumplimiento. Esto puede implicar desde exigir que se cumpla la normalidad mínima hasta apoyar en actividades extracurriculares que promuevan la lectura, la convivencia sana, el cuidado del medio ambiente o una alimentación saludable.
Hoy, vivimos una oportunidad que pocas veces se tiene en la historia de un país para transformar profundamente nuestro sistema educativo. Si autoridades educativas, padres de familia y la sociedad en su conjunto sumamos esfuerzos, lograremos hacer realidad el derecho de nuestros niños, niñas y jóvenes a una educación de calidad.
Sin otro particular, reciban un cordial saludo.
A t e n t a m e n t e